Sobre los fichajes de jóvenes jugadores que él cerró entre 2010 y 2014 ha calculado su valor en el fútbol actual: “Hice una lista con los jugadores que fiché y analicé su valor de mercado, sin contar a Lamine. Estamos hablando de 400 millones de euros de los fichajes que hicimos durante cuatro años. Son chicos que son muy jóvenes y que, además, van a aumentar mucho su valor. Este es el valor de La Masia, una institución que se dedica a tener los mejores jugadores para llevarles al primer equipo”.

Además, ha querido reivindicar el rol de los entrenadores del fútbol formativo. “Basta ya. Ni presidentes, ni directores deportivos ni nada. Dejémonos de exjugadores y de historias. El valor de todos estos chavales es de los entrenadores de La Masia, el mérito es de ellos. Arriba se seleccionan, pero el trabajo viene de abajo”.

Nombres propios

“Cucurella es una persona maravillosa. La primera vez que le vi fue en Sudáfrica en una Danone Cup jugando con el Espanyol y me encantó. Cuando llevábamos uno o dos años en el Barça me llegó a través de un familiar que estaba interesado en venir al Barça y a la que tuvimos la oportunidad no dudamos ni un segundo”.

También ha querido tratar la marcha de Marc Guiu al Chelsea y los jugadores que abandonan La Masia en busca de nuevas oportunidades lejos de Barcelona: “Los jugadores no se quieren ir del Barça por el tema económico y por el prestigio. Estás en un club donde sabes que lo que te venga después siempre será bueno, pero el siguiente paso ya no lo sabes. Cada jugador es una empresa, todos miran lo mejor para sí mismos. En el Barça hay un añadido, que hay el sentimiento. En mi época había muchos que tenían ofertas de la Premier, pero esa implicación sentimental era el motivo por el que se quedaban el 80-90%”.